Estar al tanto del entorno ayuda a detectar potenciales situaciones peligrosas, pero no aporta nada en cuanto a prevenirlas. Ya después que se identifique una situación, solo se puede informar a las autoridades y cederles el paso para que hagan su trabajo. A veces se identifican situaciones en proceso que llevan a un potencial afectado a reportarla, como también a tomar medidas para no verse directamente afectado por la misma. Estas medidas varían en forma y estilo, pero tienen en común el aspecto social.

Es importante ser solidario; los habitantes de centros urbanos tienden a aislarse, a no conocer a su vecino, a encerrarse dentro de sus propias medidas de seguridad creyendo que estas proporcionarán la mayor y más efectiva seguridad. Mientras que estas tienen su mérito y realizan sus funciones sin falta, al fin y al cabo son sistemas que pueden ser decodificados y derrotados; es decir no son soluciones absolutas. Por otro lado, es muy humano creer que uno de alguna manera es libre de las malas fortunas, que estas son problemas de otros. Esas son, precisamente, las condiciones que necesita el delincuente para llevar a cabo sus malas hazañas. La apatía y la insensibilidad ciudadana son incorrectas; si se crean buenas relaciones con aquellos en su entorno, también se creará un sentido de cuidado y protección el cual se efectuaría al surgir un acontecer delicado. Como ciudadanos comunes y corrientes, tenemos opciones racionales para protegernos a nosotros mismos, a nuestros seres queridos y a nuestros seres cercanos.

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